lunes, 15 de junio de 2009

Sistemas comunicativos intraespecíficos no humanos

Hasta comienzos del siglo XVII se creía que el comportamiento animal, como el canto de las aves o los colores de estas, eran sólo para que los humanos disfrutaran de su belleza. Hoy en día, gracias a la etología, se descartó por completo este pensamiento.

Según Alvarez, Arias de Reyna y Braza (1975) la etología estudia precisamente la conducta y el comportamiento animal, tanto a través de la observación como de la experimentación en ambientes naturales o de laboratorios.

La conducta animal “es producto de la evolución adaptativa y factor decisivo para la supervivencia” (Alvarez et al., p. 21). Bajo esta definición no es posible pensar que los animales realizan conductas con el fin de agradar a los humanos, pero es válido preguntarse ¿los animales realmente se comunican?

Al respecto los autores ejemplifican la siguiente situación:

En pleno campo, observamos el éxito de la abeja al encontrar una flor portadora de alimento: vemos que regresa a la colmena y, una vez dentro y rodeada de sus compañeras, describe una extraña danza moviéndose en círculos que atraviesa por su centro, siempre en la misma dirección; acto seguido la masa de observadoras abandona la colmena y va, no de forma errática, sino en línea recta,
en busca del alimento que la abeja descubrió. (Alvarez et al., p. 25)

Para los autores es clara la respuesta, los animales sí se comunican. Esto nos da a entender que todas las conductas observadas en los animales pueden tener un fin comunicativo. Alvarez et al. no se conforman con sólo saber que existe comunicación, y plantean la posibilidad de comprenderla a través de la elaboración de un catálogo descriptivo de cada acto de comportamiento de una especie. Sin embargo, los distintos canales de comunicación que utilizan los animales, como el olfato, por ejemplo, impiden que individuos pertenecientes a especies distintas comprendan el mensaje.

Alvarez et al. citan a Lorenz, quien afirma que las pautas de comportamiento de cada especie son propias y comparables con las diferencias morfológicas existentes entre especies.

Estos patrones de comportamiento forman un verdadero sistema de signos, pero según Eibl-Eibesfeldt (1973) el “lenguaje animal” no es comparable con el lenguaje verbal del hombre, ya que los animales se basan en un sistema de signos innatos y sólo hacen referencia al entorno propio de la especie; en cambio, el hombre se comunica a través de signos adquiridos y es capaz de referirse a especies distintas a la propia y realizar descripciones de éstas.

La etología, por tanto, no describe una real comunicación fuera de la propia especie; nos explicara en cambio, la existencia de comunicación intraespecífica a través de la elaboración de pautas o catálogos de señales que se observan en animales. Rechaza además la idea de que el comportamiento animal sea comparado con el lenguaje verbal de los humanos.

Bibliografía:
Alvarez, Arias de Reyna y Braza (1975). El Comportamiento Animal. Biblioteca Salvat De grandes temas. Barcelona: Salvat Editores.

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